Tras tres etapas en las que recorríamos más de 1000 kilómetros (ver De Santiago a Playa La Virgen) nuestra Ruta Norte continuaba a través de parques naturales y rincones inolvidables a medida que nosotros cada vez nos sentiamos más comodos con esta manera de viajar (puedes ver el mapa de la Ruta Norte aquí).
La planificación fue punto clave en nuestra rutina diaria. Todas las noches, después de cenar en nuestra pequeña caravana nos sentabamos y estudiabamos el recorrido del día siguiente. Aunque no nos queríamos cerrar a nada, guía de viaje y mapa de carretera se conviertirían en nuestros únicos aliados para poder llegar a donde queriamos llegar sin perdernos nada. Nos esperan aún paisajes irrepetibles y más de una sorpresa. Descubre Chile Con uVe de Viaje.
Día 9: Playa La Virgen - Bahía Inglesa - Caldera - Playa Refugio (165 km)
Desde la preciosa Playa La Virgen desandamos el camino de arena para volver a la ruta costera y seguimos nuestra ruta norte. Aunque mayoritáriamente desérticos, nos llama la atención el contraste entre las distintas variedades de paisaje que se van sucediendo. Pasamos por Puerto Viejo, las Salinas y Bahía Cisne hasta que llegamos de nuevo a la "civilización" en Bahía Inglesa donde nos encontramos casualmente con Jorge y Lola. En la acogedora Caldera repostamos y buscamos el puerto pesquero donde comemos -por primera vez fuera de la caravana- un menú a base de ceviche y pescado en la lonja de
pescadores acompañados de lobos de mar y pelícanos. Sabor a mar.
Luego hacemos dos pequeñas paradas en las inmediaciones de Caldera, una en el Santuario Natural Granito Orbicular, de belleza geológica singular, y otra en la cercana Lobera donde más de 300 lobos marinos nos reciben enfurecidos. También cerca de allí paramos en el Zoológico de Piedra donde hace falta solo un poco de imaginación para ver animales esculpidos naturalmente en las rocas por la acción de millones de años de erosión.
Al llegar a Barquito, cerca Chañaral, donde queremos pasar la noche, de nuevo nos encontramos con otro paisaje no muy agradable. Está claro que las descripciones de los folletos no se corresponden a la realidad, al menos en esta época del año. Más que un balneario nos encontramos con una zona industrial minera por lo que continuamos varios kilómetros hasta que finalmente encontramos una playa muy cerca del P.N. Pan de Azúcar. Este paisaje costero, con cerros y rocas metamórficas, nos haría pensar que no estabamos en este planeta si no fuera por la suciedad humana que encontramos.
Tras buscar un rincón un poco resguardado y limpio nos pusimos las botas con una suculenta parrillada que cocinamos al calor del fuego acompañada de un buen vino chileno. Y es que como dicen los numerosos carteles que te encuentras a los lados de la Panamericana "todos somos parrilleros".
Día 10: Playa Refugio - Pan de Azúcar - Observatorio Cerro Paranal (263 Km)
Como es ya costumbre la camanchaca nos da los buenos días. A pesar de que la niebla y el frío no nos dejan disfrutar del Parque Nacional Pan de Azúcar como es debido,
hacemos la ruta del mirador, recomendados por el guarda, donde fuimos ascendiendo en un recorrido no muy exigente hasta lo alto de un acantilado. En el camino pudimos descubrir alguna de las maravillas geológicas de este parque y familiarizarnos un poco más con su flora, ya que esta joya de la naturaleza alberga al mayor número de cactus en el mundo.
Ya de nuevo en ruta, atravesamos el parque por una quebrada hasta llegar nuevamente a la Panamericana. Dejamos atrás la camanchaca y nos encontramos con Alex, un autoestopista francés que recogemos. Nos cuenta que viaja a través de Chile realizando un proyecto fotográfico. Nos desviamos hasta el poblado marinero de Cifuncho que tiene una playa preciosa. Alex decide quedarse a pasar la noche en el pueblo y nosotros continuamos hasta que llegamos Taltal, que nos recibe con sus casitas de colores, su paseo marítimo pero sobre todo con la decoración para las fiestas patrias (cada día que pasa esta decoración se nota más aunque ya hablaremos de ello).
De nuevo circulando por la franja costera y de nuevo acompañados por la camanchaca seguimos "la costera" flanqueados por altos cerros dirección a la Reserva Natural Paposo pero no encontramos más que un pueblo minero por lo que continuamos sin detenernos. Desde aquí ascendemos varios kilómetros hasta encontrarnos de nuevo por encima de la camanchaca mientras el paisaje se sigue endureciendo. Seguimos subiendo y emergemos de un mar de nubes difícil de olvidar. Finalmente llegamos a el Observatorio de Cerro Paranal metros de altura donde pernoctaremos por encima de los 2600 metros.
Le preguntamos al guarda de seguridad (al que conoceremos por Don Luis) si está permitido pasar la noche allí y este nos dice que normalmente no, pero que como ya es tarde que hará una excepción con la condición de que no utilicemos ninguna luz para no perturbar el trabajo de los científicos del observatorio. Mientras hablábamos con Don Luis de mil y una cosas, nos explicó que también podríamos visitar las instalaciones a la mañana siguiente, que suerte!
Finalmente nos sentamos a disfrutar de un bonito atardecer sobre esa alfombra de nubes y cerros que formaba el horizonte, ofreciéndonos una de las mejores puestas de sol que recordamos y que quedará grabada en nuestras mentes para siempre. El cielo nocturno que apareció después, simplemente majestuoso.
Día 11: Cerro Paranal - Calama - San Pedro de Atacama (410 km)
Una vez más este viaje nos deparaba vivir algo único: una visita al European Southern Observatory (ESO) que se encuentra en el Cerro Paranal. Durante el recorrido guiado podemos ver uno de los 4 telescopios gigantes y entender un poco su funcionamiento. Lo que hace único a este observatorio es que las imágenes de todos sus telescopios se pueden combinar formando una única imagen de gran resolución. Todos juntos equivaldrían a un gran telescopio de un tamaño equivalente al de 200 campos de tenis, permitiendo así ver imágenes con nitidez a una distancia de 13.000 millones de años luz. Casi nada.
La visita continuaba en el centro de control y finalmente el hotel subterráneo que han habilitado para que pasen los días todos los científicos que trabajan aquí. Tras
despedirnos de Don Luis seguimos nuestro camino norte mientras el paisaje se convierte en un desierto aún más árido. Llanuras interminables y cerros que se van tornando en suaves lomas erosionadas generan un aspecto desolador pero impresionante y todo por encima de los 2000 metros.
Decidimos saltarnos la visita a la famosa mano del desierto y vamos ganando kilómetros mientras descendemos a las afueras de Antofagasta, casi a nivel del mar. La minería es el motor de la economía chilena y en esta zona se deja notar. Esta evidencia se hace más clara a medida ascendemos por el valle que une esta ciudad con Calama. Uno se da cuenta de la magnitud de la explotación que ha sufrido Chile en el transcurso del siglo pasado y lo que llevamos de este a medida que las mina (unas en activo y otras muchas cerradas) se van sucediendo a ambos lados. Esta zona el desierto es desolador, sin rastro alguno de vegetación, pueblos fantasmas (ex-pueblos los llaman) y grandes campos santos donde suponemos se alojan muchos de los mineros que arrancan las entrañas de la tierra...
Antes de Calama paramos en Baquenado donde los lugareños celebran una parrillada popular para celebrar las fiestas patrias mientras bailan la cueca. Varios kilómetros después la enorme escombrera de Chuquicamata nos da la bienvenida a Calama, la capital del cobre. Tras las escombreras se abre la mina de cobre a cielo abierto más grande del mundo, con una enorme polvareda que sale de este enorme cráter de 8 millones de metros cuadrados y más de 1200 metros de profundidad.
Seguimos ganando altura hasta unos 3400 metros donde se encuentra el paso a la depresión que alberga San Pedro de Atacama. La vista desde aquí es muy bonita. A un lado todo el valle desértico y al otro un gran salar abrazado de volcanes de más de 5000 metros de altura. Descendemos vertiginósamente por unos paisajes que nos reciben con los tonos rojizos del atardecer. Nos quedamos boquiabiertos, casi incluso emocionados. Dicen que este lugar es mágico, que hay una atmósfera especial y eso es lo que sentimos.
No sabemos si a causa de esta mágia (que se atribuye a las grandes cantidades de minerales de la zona, especialmente litio) o del descenso de más de 1000 metros en unos pocos minutos, cuando llegamos a San Pedro de Atacama nos encontramos en una especie de nube. Nada más llegar buscamos información en la oficina de turismo (los próximos días San Pedro será nuestro centro de operaciones) y damos un paseo por el centro del pueblo. Antes de buscar un lugar tranquilo donde pasar la noche tomamos un té y un mate de coca en un bonito café. Los próximos días prometen.
Puedes ver más de este recorrido en nuestra Galería de Fotos.
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