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Carmen con uVe

La otra cara de la moneda: Manila


Ardua tarea la de describiros Manila… Empecemos por el principio. Manila es la capital de Filipinas y aunque la ciudad sólo cuenta con algo más de millón y medio de habitantes, el área metropolitana conocida como Metro Manila es una de las más pobladas del mundo con más de 20 millones de personas. Esto unido a la ineficacia (o más bien inexistencia) de una red de trasporte público hace que Manila sea probablemente una de las ciudades con peor tráfico del mundo.

El domingo es el mejor día para moverse por la ciudad ya que hay menos atascos.

Me diréis que en una ciudad de este tamaño uno puede encontrase de todo. Y así es. Manila es una ciudad de contrastes. Os voy a proponer un juego para que podáis descubrirlo por vosotros mismos. Buscar en las imágenes de Google “Manila”. ¿Ya está? Bienvenidos a Makati, el centro financiero de la capital filipina. ¿No está mal, no? Ahora, volved al buscador añadid la palabra “Tondo”, que es otro barrio de la ciudad. ¿Hecho? Acabáis de descubrir la otra cara de la moneda, esa que el gobierno trata de esconder, la que nunca aparece en las guías de viaje.

Manila no es sólo una de las ciudades con peor tráfico del mundo, Manila es miseria, es suciedad, es abandono, es la consecuencia de un gobierno corrupto y elitista. Por desgracia, la ciudad esta llena de gente sin techo, de niños abandonados, mendigando y buscándose la vida como pueden.

Obviamente, la ciudad también tiene lugares que se pueden visitar y alguna que otra zona bonita. De la época colonial por ejemplo permanece Intramuros, una ciudad fortificada en la que se conservan edificios, alguna iglesia y parte de la muralla. Allí se puede visitar el fuerte de Santiago dónde José Rizal estuvo encarcelado antes de su ejecución. Rizal, es uno de los personajes orgullo de los filipinos ya que encarnó la lucha por la independencia, alentando con sus escritos el nacionalismo anticolonial español. Muchos lugares del país llevan su nombre, como el parque cercano al paseo marítimo de Manila, una de las visitas imprescindibles. En este parque se puede visitar el lugar donde Rizal fue fusilado el 30 de diciembre de 1896. En ese lugar hay hoy en día una escultura que recuerda el trágico episodio y una inscripción con su último poema “Mi último adiós”.

Sin duda, Manila es el lugar ideal si uno quiere ir de compras ya que la ciudad cuenta con decenas de centros comerciales. Los más conocidos, los SM, pertenecen a una de las familias más poderosas del país, los Sy. Los más modernos y exclusivos se encuentran en Makati, pero los hay en todos los barrios. Una de las quejas más frecuentes de los extranjeros residentes en Manila es que la ciudad sólo ofrece ocio de pago y que apenas existen parques o zonas verdes. Por lo que en el tiempo libre, las opciones suelne ser irse a un bar, al cine o al centro comercial.

Otro lugar que hay que visitar es Chinatown, que da al viajero una imagen más desoladora. Algunas de sus calles recuerdan las imágenes de Tondo, llenas de basura y gente desesperada. Lo que se hace más difícil es ver a los niños callejeros, que vagabundean de un lado a otro.

En Chinatown se encuentra el mercado más grande y caótico en el que nosotros hayamos estado jamás (y eso que visitamos todos los mercados que podemos). Por un momento, a uno le da la impresión que los veinte millones de habitantes de Metro Manila se han congregado en la misma calle, llena de puestos, triciclos y vendedores. Es la misma experiencia que se tiene cuando se coge el tren (el mejor medio de trasporte que, según nuestra opinión, ofrece la ciudad). La realidad es que vas a ir como una sardina en lata, es un trasporte lento y hace mucho calor, pero es la única forma de no pasarte dos horas en atascos interminables para recorrer unos pocos kilómetros (y esto lo decimos por experiencia).

Atrapados en el mercado de Chinatown

Las vías del tren tienen en Manila un ecosistema propio,

donde viven algunas de las familias más humildes.

Si hablamos de medios de transporte, no podemos olvidarnos de los jeepneys, otro de los orgullos de los filipinos. Estos “autobuses” tuneados son únicos. Cada uno lleva un nombre, unos colores y es decorado a gusto del conductor. Los jeepneys hacen rutas fijas por la ciudad aligerando un poco el pesado tráfico. Es lo más parecido a una red de autobuses urbanos. Son muy asequibles (unos 7 u 8 pesos) aunque no son el súmmum de la comodidad. Eso sí, hay que subirse a ellos al menos una vez y ver como funcionan.

Un jeepney en la entrada de Chinatown

Nuestra experiencia en Manila fue no obstante muy enriquecedora. Pudimos llevar a cabo nuestro proyecto Con uVe del que podéis leer todos los detalles en nuestra entrada sobre las escuelas filipinas. Durante las visitas a las escuelas pudimos conversar con los profesores de los centros públicos y conocer su opinión sobre la educación en Filipinas. Asimismo, gracias al proyecto tuvimos la oportunidad de cenar con Fernando, trabajador de la embajada Española y Pablo, otro asturiano expatriado, y escuchar su visión personal de la realidad filipina. Además, en casa de Bianca, en el barrio de Parañaque, tuvimos una de las mejores experiencias de Couchsurfing hasta el momento y yo pude encontrarme allí con un antiguo compañero de la universidad (otro Fernando), al que llevaba años sin ver.

El encuentro con todas estas personas, filipinas y extranjeras, nos ayudó a entender un poco más la ciudad de Manila y sus habitantes. Todos coinciden en que vivir en Manila no es fácil y el denso tráfico vuelve el día a día más estresante. Entonces es inevitable preguntar a los expatriados por qué siguen aquí. La respuesta es similar: Asia (en este caso Filipinas) les ofrece unas oportunidades laborales que difícilmente podrían conseguir en nuestra vieja Europa. Manila ha supuesto un ascensor en su carrera y todos han podido alcanzar puestos de responsabilidad (y muy buenos salarios) en poco tiempo. Además, el resto del país en un paraíso y siempre que pueden se hacen una escapada a una isla, una montaña o una playa donde poder disfrutar de la verdadera felicidad y compartir la sonrisa filipina.

Supongo que si habéis llegado hasta aquí ya os habréis dado cuenta que Manila fue sin duda la parte más dura de nuestra vuelta al mundo hasta el momento. Habrá quien busque un buen hotel en Makati, vaya de compras por el barrio, visite Intramuros y pasee en un carro tirado por un caballo a la orilla del río. Puede que este viajero consiga obviar lo que la ciudad esconde. Aunque hay que estar muy ciego para no darse cuenta de la misera que arrastra la capital filipina. ¡Y pensar que Manila es la capital de uno de los países más bonitos que hayamos visitado! A una se le hace difícil creer que Bantayán y el Nido forman parte del mismo estado que Manila. Me pregunto dónde quedaron las sonrisas de los niños filipinos, las playas paradisíacas, la tranquilidad de la vida isleña…

No quiero con esto desalentar a nadie a visitar la ciudad o dar un mala imagen del país, sino todo lo contrario. Filipinas es un país maravilloso y sus habitantes son alegres, muy amables y educados, tanto en las islas paradisíacas como en Manila. Nosotros nos volvemos con unos cuantos amigos nuevos en la lista de contactos. Pero uno debe estar preparado para ver la capital; no se baja al infierno todos los días.

Me gustaría terminar este artículo con una reflexión. ¿Cómo llega una ciudad como Manila a una brecha social tan grande? ¿Cómo puede ser posible que mientras miles de niños mendigan por las calles haya “hijos de” que vayan a la universidad en helicóptero? ¿Por qué no se construye una red de trasportes digna de una metrópoli con 20 millones de habitantes? La respuesta está sin duda en el gobierno y parece que el filipino tiene pocas ganas de trabajar por los suyos. Bien sabido es por todos que Filipinas es un país corrupto cuyos gobernantes pertenecen a una élite que parece vivir al margen de la realidad. Unas diez familias gobiernan el país y la mayor parte alcanzaron prestigio y poder durante la época colonial… pero esto es harina de otro costal…

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