Durante un viaje como este uno aprende a apreciar pequeñas cosas, detalles y momentos compartidos, conversaciones... Placeres que se olvidan a menudo con el estrés del día a día pero que nos hacen disfrutar más que muchos caprichos. Ayer, tirada en una hamaca frente a las montañas con el río en primer plano y viendo los pájaros volar al atardecer fui feliz y, sobre todo, tuve tiempo para pensar y dejar volar la imaginación.
Notas de nuestro diario de viaje
Vang Vieng es un pueblo como cualquier otro en Laos. Lo que lo hace especial son sus alrededores, con montañas que esconden cuevas, lagos y cataratas. Seguro que el pueblo era mucho más divertido antes de que se llenara de grupos de turistas chinos y coreanos que aún no han entendido que para apreciar un lugar como éste hay que venir sólo o en grupos pequeños y disfrutar de la tranquilidad. Pero bueno, las montañas, las cuevas y los ríos siguen siendo los mismos. Además, huyendo de las hordas de turistas asiáticos, nos quedamos en los bungalows Paradise, alejados del centro, al otro lado del río. Por sólo 60 000 kips teníamos un bungalow con agua caliente, una hamaca y una cama comodísima (detalle que cada vez valoramos más). Lo único malo es que no tenía wifi, pero sobran bares en el pueblo en los que conectarse.
El viaje hasta Vang Vieng fue largo aunque menos cansado de lo esperado. El recorrido desde Pakse a Vientiane lo hicimos en un bus nocturno con camas. Son camas para dos personas, con lo que nosotros dormimos muy bien, pero es un incordio para quien tiene que compartir cama con un desconocido. No deja de ser llamativo que en un país donde el pudor está aún tan presente, uno se tenga que “acostar” con un desconocido, sea hombre o mujer. Supongo que habrá quien no pegue ojo en todo el viaje. El trayecto de Vientiane a Vang Vieng fue algo más caótico. Primero tardaron más de una hora en venir a buscarnos a la estación cuando ya pensábamos haber perdido el enlace. Luego resultó que la minivan en la que viajaríamos saldría dos horas más tarde de lo previsto y hasta tuvimos tiempo de ir a desayunar. Nueva lección aprendida. Aquí todo va con más calma y los horarios son siempre aproximativos. Al final, siempre llegas a tu destino.
Al igual que pasaba con Don Det, Vang Vieng es conocido como uno de los destinos más fiesteros de Laos, al menos lo era hasta hace unos años. Aquí venían los jóvenes británicos, australianos o americanos a liarla durante ese año sabático que se toman algunos chavales antes de empezar a la universidad. Todo estaba preparado para que se lo pasaran tan bien que alguno se quedaba aquí hasta uno o dos meses. La muerte de varios jóvenes en 2013 hizo que las autoridades laosianas tomaran medidas, se cerraron bares y aumentaron los controles de venta de alcohol y drogas. El número de turistas disminuyó y causó el enfado de los locales aunque pronto encontraron una alternativa para reactivar el turismo: los deportes de aventura unidos al turismo chino y coreano. La estampa, pues, que nos encontramos hoy en día en Vang Vieng es bien distinta. A los bungalows de la orilla del río se les están uniendo grandes hoteles que puedan albergar a este turismo de masas. Si estáis pensando en visitar Laos hacedlo ahora, antes de que el turismo chino convierta el país en un parque de atracciones.
De los lugares que se pueden visitar en los alrededores de Vang Vieng nosotros nos quedamos con tres: el Blue Lagoon y su cueva, el camino hacia Lusi cave y su view point y ver los murciélagos salir de su cueva al atardecer.
El Blue Lagoon es uno de los lugares más visitados de la zona así que lo mejor es ir temprano antes de que se llene de gente. Uno se puede bañar en estas pozas de aguas turquesas y después visitar una de las cuevas más espectaculares que nosotros hayamos visto jamás, sobre todo por su tamaño. No olvidéis llevaros un frontal si no queréis alquilar uno en la entrada. El acceso al Blue Lagoon y la cueva cuestan 10 000 kips y uno puede pasarse allí si quiere todo el día. En los alrededores hay muchas otras cuevas abiertas al visitante para quien le guste la espeleología.
Continuando el camino que va hacia las montañas, después de cruzar el río por el puente de bambú, se puede llegar hasta la Lusi Cave, una pequeña cueva en la que en temporada de lluvias uno se puede bañar. El camino es muy bonito y bastante sombrío así que puede estar bien para pasar la tarde o salir a correr. Nosotros aprovechamos para hacer allí los kilómetros solidarios de Running for Nepal. A mitad de camino hacia la cueva hay un view point. La subida no es muy cómoda (aunque muy divertida) así que lo mejor es llevar botas o playeros. Desde lo alto se tiene una panorámica de Vang Vieng y sus alrededores.
El último atardecer en Vang Vieng decidimos ir a ver algo que no habíamos visto nunca antes: la salida de los murciélagos de sus cuevas al atardecer. El espectáculo recuerda la murmuración de los estorninos cuando vuelan en bandada. Es algo hipnotizador que dura aproximadamente 10 minutos. Según nos contaba Nouth, la dueña del resort Lao Valhalla (desde donde se puede ver este fenómeno), la población de murciélagos ha disminuido mucho en los últimos años. Recuerda cuando el espectáculo duraba más de 50 minutos.
Cuevas de dónde salieron los murciélagos. No tenemos ninguna foto ya que estábamos ensimismados viendo el espectáculo.
Dejamos Vang Vieng rumbo a Nong Kiaw, aunque el destino haría que durmiésemos en Luang Prabang esa noche (de esto os hablaremos en nuestra próxima entrada). Aunque nos fuimos satisfechos, teníamos la sensación de no acabar de encontrar aquello que estábamos buscando en Laos. No sabíamos que estábamos a un par de días de descubrirlo.
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DATOS UTILES
Cómo llegar: a Vang Vieng se llega en minibús desde Vientiane, la capital del país. El trayecto son unas 4 o 5 horas, dependiendo del conductor. Si uno viaja de norte a sur también puede llegar aquí desde Luang Prabang, en unas 4 horas, una vez más dependiendo de lo loco que esté el que va al volante. Si se puede escoger, en Laos lo mejor es viajar de sur a norte ya que por alguna extraña razón que desconocemos los trayectos son más baratos cuando se hacen en esta dirección.
Dónde dormir: si uno viaja solo y quiere conocer otros viajeros puede que lo mejor sea alojarse en alguna de las guesthouses que hay en el centro del pueblo. Sin embargo, nosotros recomendamos los bungalows que hay tanto al otro lado del río como en la isla. Existen bungalows de lujo que superan los 20 euros la noche pero también hay cabañitas más básicas con baño compartido desde 4 euros. Y si queréis dormir rodeados de naturaleza el Island bar alquila una especie de caseta sin paredes por 1,5€.
Dónde comer: si algo malo tiene Vang Vieng es su comida y no los turistas chinos. Uno de los problemas del crecimiento exponencial del turismo es que cualquiera abre un negocio y se pone al mando de los fogones. En Vang Vieng comimos el peor arroz frito y el peor pad thai de nuestro viaje. Si queréis comer barato visitad el mercado local. Al menos sabréis que la señora que cocina sabe lo que hace. Y para comer bien (en realidad también barato) id al Lao Valhalla, en el camino al Blue Lagoon. Nouth no sólo preparará unos platos deliciosos sino que además os invitará a un par de chupitos de Lao-Lao hechos por su madre. Y si después de sus chupitos os veis con ganas de fiesta podéis pasaros por el Sakura Bar y beber otro par de chupitos de vodka con los que os regalarán una camiseta (que viste la mitad de los turistas del país).
Cómo desplazarse: Vang Vieng es pequeño así que se puede recorrer fácilmente a pie o en bici. Hasta los puntos cercanos como el Blue Lagoon también se puede llegar en bici pero si se quieren visitar otras cuevas o poblados, lo mejor es alquilar una moto. ¡Ah! El puente por el que los vehículos pueden cruzar el río es de peaje. Sólo se paga en una de las direcciones.
Consejo uVe Viajero: compra o descárgate el mapa Hobo. Tienes tanto de la ciudad como de sus alrededores. Echa un vistazo a su página web pinchando aquí. Disponen de un montón de mapas del norte de Laos y del norte de Tailandia.