Como os contábamos en la entrada anterior, aunque lo estábamos pasando muy bien, en el tiempo que llevábamos en Laos no acabábamos de encontrar aquello que estábamos buscando. Nos referimos a esos lugares únicos y especiales que hacen que viajar sea una experiencia enriquecedora, más allá de ser meros observadores de paisajes y gentes. Poco nos faltaba para ello.
Nuestro siguiente destino se encontraba en una zona montañosa al norte de Laos, concretamente en Nong Khiaw (NK). Inexplicablemente, el autobús que nos llevaría hasta Luang Prabang (LPB) tardó ocho horas en lugar de las cuatro normales y perdimos la conexión hasta nuestro destino final. No nos quedó más remedio que hacer noche en LPB y esperar hasta la mañana siguiente para continuar nuestro viaje.
Siendo así, decidimos cambiar un poco el itinerario y en lugar de quedarnos en NK continuamos un poco más al norte hacia Muang Ngoy (MN), que según nos habían dicho era más bonito y aún poco turístico. Tras las cuatro horas en minivan desde LPB hasta NK nos quedaba una hora de barco por el río Nam Ou. El paisaje es espectacular con el caudaloso río, flanqueado por enormes moles calcáreas, cubierto de un manto verde de vegetación tropical y algún que otro pueblo en sus orillas. Llegamos al pequeño puerto de MN y no tardamos en encontrar un bungalow en la calle principal del pueblo. Desde este tranquilo pueblecito se pueden hacer excursiones hasta alguno de los miradores cercanos y contemplar el paisaje, explorar cuevas, hacer senderismo hasta las aldeas de montaña de los alrededores o relajarse mientras se lee un libro en una hamaca.
Una hora en barco por paisajes como el de la foto
Barcos típicos que navegan por el Nam Ou
A la mañana siguiente decidimos adentrarnos aún más en esta región montañosa y con la mochila al hombro partimos hacia Huay Bo, una pequeña aldea a una hora y media caminando desde Muang Ngoy, en busca de una experiencia homestay de la que Carmen encontró información en la red. En el camino atravesamos un par de ríos, exploramos una cueva y cruzamos varios campos de arroz. No tiene pérdida, aunque mucha de la gente que habla de esta ruta en Internet acaba perdiéndose (para que no os pase eso, echad un vistazo a los datos útiles al final de esta entrada).
Cruzando el primero de los ríos
Huay Bo se encuentra siguiendo el camino que lleva por la derecha de esa montaña
Nada más llegar nos recibe Mr. Kee, el propietario de Kansavan Guesthouse (a su mujer Chin, nos la habíamos encontrado por el camino) y tras instalarnos decidimos explorar un poco los alrededores. El pueblo se asienta en un fértil valle, entre terrazas de arroz, montañas y arroyos. Huay Bo es una aldea pequeña a la que aún no ha llegado la electricidad, aunque se las han ingeniado y, usando un arroyo cercano, son capaces de generar electricidad suficiente para un par de bombillas y algún que otro enchufe. La mayor parte de sus 200 habitantes vive al día, cazando o recolectando aquello que necesitan y todos los miembros de la familia contribuyen sin importar sexo, edad o condición.
Al fondo se encuentra Huay Bo
Aquí no hay tiendas ni nada que se le parezca (la más cercana esta en MK) y los únicos negocios son las casas de huéspedes de Mr. Kee y su vecino. El agua corriente no llega aún a las casas de los habitantes de Huay Bo. En su lugar cuatro familias comparten un caño de agua canalizada desde los arroyos vecinos, de donde obtienen el agua para cocinar o lavarse. Solo hay dos familias, entre ellas la de Mr. Kee, que se las han arreglado para llevar el agua hasta sus casas.
En las afueras del pueblo hay estas "duchas ecológicas"
La vida en Huay Bo es sencilla, muy sencilla. Aun así, todas las familias tienen acceso a un teléfono móvil, casi todas tienen una moto y unas cuantas una enorme parabólica y un DVD en torno al cual se juntan todas las noches. Las casas, en su mayor parte de madera, son de dos plantas, con la planta inferior de almacén y la superior de vivienda, y la cocina se sitúa en una chabola aparte. En ellas conviven normalmente tres generaciones y los muebles son más bien escasos. Los más afortunados tienen cama, pero la mayoría aún duerme en el suelo.
Casa típica con la cocina independiente a la izquierda
Una de las calles de Huay Bo
La tranquilidad del pueblo se ve pocas veces interrumpida. Alguna boda o festejo son de las pocas cosas que alteran la vida de Huay Bo. Cuando esto ocurre la música se oye en todo el valle y la comida y el lao-lao corre en abundancia. El nacimiento de un niño es otra de esos acontecimientos que rompen con la monotonía del día a día. Nosotros tuvimos la suerte de que se celebraba uno y lo pudimos comprobar. Por lo general, lo único distinto que suele pasar es que algún que otro falang llegue allí despistado, con sus cámaras de fotos ansiosas por mirar, pero muchas veces sin ganas de ver.
"Atrezo" rural laosiano
El sistema de alojamiento en Kansavan Guesthouse es sencillo. Un colchón, una mosquitera, un enchufe y una bombilla son la únicas "comodidades" que encontramos
en las habitaciones, habilitadas en un barracón de madera, justo al lado de la casa de la familia. Baño y ducha compartidos. Además hay una cantina con menú a la carta de comida típica. Lo normal y sobretodo más sostenible (recordad que no hay suministro de electricidad) son las comidas familiares donde todos juntos comemos lo que ese día Chin decida cocinar.
La familia al completo
Nos quedamos un par de días con Mr. Kee y Chin. En esos días, además de explorar los bonitos paisajes cercanos, decidimos implicarnos en su vida cotidiana y ayudarlos en las tareas del hogar. Entre otras cosas ayudamos a hacer una valla en los campos de arroz, a limpiar el generador de electricidad, cocinamos, fuimos a pescar... pero todo, claro está, al ritmo de Laos, con paradas frecuentes para tumbarnos a la sombra, en la hamaca, descansar, leer, relajarnos. También aprendimos sobre la organización del pueblo, donde Mr. Kee es uno de los dos jefes, de las costumbres, de las tradiciones y en general de la vida de las gentes de este rincón alejado del mundo.
Energía hidroeléctrica
Ayudando a Mr. Kee
La pesca del día
Fueron dos días de experiencias únicas, donde los dos conectamos con los propietarios de Kansavan Guesthouse. Carmen especialmente con Chi y yo con Mr. Kee. Nos hablaron de sus vidas, de sus expectativas de futuro, de sus preocupaciones y de sus sueños. Dos días que tardaremos en olvidar. Posiblemente dos de los mejores días en este viaje lleno de muy buenos días... Inolvidables días.
Difícil olvidarnos de este lugar
Los pueblos de los que os hablamos en esta entrada (y muchos otros de los que ya os hemos hablado) aparecen en las guías de viaje como lugares auténticos y, por lo tanto, únicos y especiales. Es eso lo que los sitúa en los mapas de muchos viajeros, cada vez más, que busca algo distinto. No se dan cuenta, mejor dicho, no nos damos cuenta que somos nosotros mismos los que hacemos que eso que buscamos vaya poco a poco desapareciendo. Aquí y allá aparecen bungalows donde antes sólo había chozas, restaurantes con menús occidentales en los que rara vez se ve a alguien local (aparte de los camareros) y donde las costumbres de la región van quedando en un segundo plano para satisfacer al falang, al hombre blanco y su cartera llena de billetes.
Lugares como Phuket en el sur de Tailandia, Vang Vieng en Laos, Hoi An en Vietnam... todos siguen siendo preciosos, con sus paisajes emocionantes y sus monumentos emblemáticos, pero en el fondo han perdido su esencia original, convirtiéndose en un parque de atracciones para turistas. Otros, en cambio, como de los que acabáis de descubrir, siguen conservando ese espíritu que los convierte en inimitables. ¿Pero hasta cuándo? Una vez más, desde Con uVe de Viaje queremos lanzar un mensaje de sensatez y pedimos que el turismo se haga con sentido común y, al menos, cumpliendo unas normas básicas de respeto con las comunidades locales, sus tradiciones y sus costumbres. Pensad que detrás de nosotros llegarán muchos más y, con un poco de esfuerzo por parte de todos, podrán encontrar lo mismo que nosotros hemos encontrado.
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DATOS ÚTILES
Cómo llegar: desde Luang Prabang hasta Nong Khiaw hay varias minivan diarias. Nosotros contratamos la nuestra en el hostel (70 000 kips, 50 000 si se compra en la estación directamente) donde hicimos noche y desde allí salimos a las 9 de la mañana, con tiempo suficiente para continuar más al norte. Una vez en la estación de autobuses de Nong Kiaw hay que caminar (o agarrar un tuk-tuk) hasta el puerto y desde allí seguir río arriba. Hay dos botes diarios (uno a las 11 y otro a las 14) que cuestan 25 000 kips y tardan una hora en llegar hasta Muang Ngoy (el barco de vuelta a NK sale a las 9 y media de la mañana). Para llegar hasta Huay Bo hay que seguir el único camino que sale del Muang Ngoy. Al poco de pasar la cueva, donde se paga una especie de peaje (10 000 kips) hay que fijarse y desviarse hacia la derecha. Tras cruzar el primer río hay que continuar a través de campos de arroz y siempre orientándonos hacia la derecha. De vez en cuando hay algún cartel que indica los alojamientos de Huay Bo. Tras atravesar el segundo río quedan unos veinte minutos de caminata. Si por casualidad os pasáis el desvío llegareis al pueblo de Ban Na donde podéis preguntar por Mr. Kee o Huay Bo. Si os queréis ahorrar el paseo, también podéis llamar a Mr.Kee y os vendrá a recoger en moto (10 000 kips).
Dónde dormir y comer: en Muang Ngoy hay varios alojamientos de bungalows a lo largo de la calle principal del pueblo. Nosotros echamos un vistazo a unos cuantos y al final escogimos los Phonevilai Guesthouse que aunque no miran directamente al río son los más amplios y baratos que encontramos (40 000 Kips). Tienen una cama enorme con mosquitera, ventilador, baño privado, agua caliente y porche con hamaca. Para comer en MN hay varias opciones, desde comida tradicional de Laos hasta cocina India y occidental. Al final del pueblo se puede comer muy bien en The Bee Tree. Hay un par de lugares que ofrecen buffet libre para desayunar justo a la entrada del pueblo. En Huay Bo ya os hemos hablado de Konsavan Guesthouse donde pagamos 10 000 kips por persona y noche. Justo al lado se encuentra Somsanouk Guesthouse pero no podemos opinar de lo que encontraréis. Nosotros comimos siempre en Konsavan y pagamos entre 20 000 y 25 000 kips por las comidas familiares aunque también hay algún plato en la carta más barato.
Qué hacer: además de lo que nosotros hicimos, en esta zona del país se pueden hacer trekkings de varios días hasta aldeas más remotas (aunque suelen ser algo caros). También hay oferta de actividades en el río, como kayak y tubing. Se puede alquilar una bicicleta, visitar unas cuantas cuevas y subir alguna que otra montaña.